8 feb 2010

Despedida

Bajaba las escaleras por última vez, cargada de bolsas y recuerdos entre las cosas que las llenaban. Exhalaba el olor que estaba impregnado en cada gota de pintura, en cada uno de los seis descansillos. Porque sería la última vez que Julia pasara por allí, porque a pesar de haberse ausentado durante cinco años, sabía que seguía allí esperando, pero ya no estaría nunca más. Ya no volvería a San Blás para mirar a los niños del parque, ya no vería al vecino de en frente mirarle de forma dulce, aún cinco años despues, cuando por casualidad ambos salieran de sus casas a la vez. Ya no estaría Manu, ni la pequeña Ana, no habría nada. Entonces serían otros los que disfrutarían de ese frío que le arropaba cuando entraba en casa. Y es que en la Calle Siero, nº 9, 2º derecha, hace un frío que pela, un frío de esos que cuando te marchas, te llena los huesos de nostalgia y tristeza

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